A
finales de los ochenta la perfumería masculina estaba en plena transición.
Después de toda una década de perfumes ultra masculinos marcados por las notas
chypres, especiadas y cuero, las nuevas creaciones buscaban airear el
guardarropa de notas balsámicas y amaderadas aportando un nuevo confort.

Aparecen entonces una nueva generación
de fougères y el frescor se convierte en la clave de una nueva masculinidad
(?Cool Water? de Davidoff, ?Fahrenheit? de Dior, ?New West? de Aramis,
?Eternity for Men? de Calvin Klein, ?Montana pour Homme? de Montana o ?Ricci
Club? de Nina Ricci entre otros)

El primer perfume de Moschino, ?Moschino
pour Homme?, podría haberse apuntado al carro de la nueva tendencia, pero incompresiblemente, apostó por dar un último coletazo a la tendencia saliente, lo que no le
favoreció en absoluto a pesar de ser un perfume fabuloso.

Moschino nos regala así, una
interpretación majestuosa y soberbia de un perfume cuero a la italiana. Y aunque
llegó algo tarde, supo marcar la diferencia con una interpretación magistral de
un cuero más floral (clavel, iris, lavanda y rosa) donde notas
verdes y especiadas se conjugan con un fondo animal y amusgado de una calidad y
belleza admirable. Un clásico reinventado, con una salida enérgica y vigorosa
que recuerda a las aguas de colonia clásicas, si bien rápidamente, las notas
chypres, especiadas y animales se hacen presentes para revelarnos la verd...