Érase
una vez una época en la que los perfumes de hombre olían a hombre?, y a algo
más. A lo que entonces se definía como el olor del triunfo masculino, mezcla de
animalidad salvaje, rivalidad sexual y dominación machista. ¡Y si!, todo esto
tiene una estructura olfativa concreta (rosa, jazmín, notas aromáticas,
resinas, ámbar, vainilla, civeta, pachuli, musgo de roble, etc) que marco
la década de los 80 y sentó las bases para la creación de grandes glorias a la
virilidad y a la potencia masculina. Una de ellas fue ?Lapidus pour Homme?.

En los 80 los hombres se perfumaban, no
por vanidad ni como parte de una planeada estrategia de seducción, sino como
remate al ritual de afeitado y aseo personal de cada día. La fragancia marcaba el territorio, definía la personalidad y, sobre todo, aportaba una ventaja
competitiva frente a otros hombres no perfumados (recordemos que en los 80 la
perfumería de lujo no estaba tan democratizada como ahora. Perfumarse era una
muestra de estatus social)

?Lapidus pour Homme? es una vuelta a las
patillas largas, la chaqueta de pana, los pantalones ajustados y el chaleco de
cuero. Un perfume old school, masculino, invasivo y cargado de testosterona que
nos habla de esa autenticidad palpable de antaño, como escuchar a los Rolling
Stones o Aerosmith en un radio cassette de doble pletina.

El perfume es un poco bruto y tosco al
principio, pero eso forma también parte de su encanto. Si consigues
sobreponerte al primer gancho de iz...