Cuando pensamos en Lanvin es inevitable asociar el nombre de la maison a la idea de exquisitez, elegancia y chic parisino en estado puro. Lanvin es, junto con Chanel, Hermès o Louis Vuitton, una de las marcas de lujo más antiguas de Francia aun en activo (fue fundada en 1889 por Jeane Lanvin).
Cuando pensamos en sus creaciones más icónicas, ?My Sin?, ?Arpege? o ?Scandal?, la memoria se embriaga de perfumes suntuosos, complejos, excesivos y refinados. Sin embargo, ?Lanvin L?Homme? parece querer mostrarnos una faceta diferente de la elegancia según Lanvin. Efectivamente, en un estilo mucho más libre y relajado, el hombre Lanvin se muestra espontaneo, accesible y sensible, sin renunciar a la idea de una elegancia refinada y asumida. Un perfume fresco, floral y amaderado que en total simplicidad y armonía, consigue proyectar una personalidad encantadora en el hombre que lo lleva. Un ejemplo de que a veces ?menos es más? sin tener que sacrificar la identidad de la marca. ?Lanvin L?Homme? se lleva con elegancia y confort, como una camisa blanca de algodón fino recién planchada. Y de su naturalidad aparente surgen una seria de pequeñas transformaciones que hacen de este perfume un aliado perfecto, a la vez sofisticado, pero sin buscar trascender en exceso. Por ello quizás, encuentro que hay un toque de clasicismo latente, una nota fougère que me recuerda al after-shave que utilizaba mi padre y que me hace sentir seguro y a gusto conmigo mismo.   
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